Bionauta

Título crítica: Bionauta
Autor: Juan José Plans
Publicación: La Nueva España 6-10-1991

Escribo en la borrascosa -meteorológicamente hablando- madrugada del último domingo de este borrascoso -políticamente hablando- septiembre; tal vez porque, como escribe Antonio Gamoneda (en Descripción de la mentira), que es un «canto de perplejidad», según él: «No sé bien por qué, pero lo digo»), el otoño se exprese «como pájaros invisibles».

Con él, el viernes, charlé en el Museo Barjola; tras hacerlo, en la galería Cornión -que celebra el décimo aniversario de su fundación: enhorabuena, Amador Fernández-, con casi todos los pintores asturianos que presentan una original exposición, la de «mutuos retrasos»: Antonio Suárez, por Pelayo Ortega; Rubio Camín, por Josefina Junco; Javier del Río, por José Arias; Ramón Prendes, por Rubio Camín; Reyes Díaz, por Javier del Río; Julio Castaño, por Fernando Redruello; José Arias, por Ramón Prendes; Pelayo Ortega, por Antonio Suárez; Melquíades Alvarez y Reyes Díaz, por Reyes Díaz; Fernando Redruello, por Julio Castaño; Josefina Junco, por Melquíades Alvarez: todos para todos, en una actividad -que algo tiene de aventura- digna de elogio, no sólo por la calidad de las obras; también por que muestra la unidad, y la amistad, que hay entre ellos.

Me dijo, mientras nos movíamos con prudencia alrededor de las agresivas esculturas (casi todas por los suelos) del para su fortuna arriesgado Máximo Trueba, que escribía un nuevo libro poético.

Con -«supongo que lo acabaré para dentro de un año, dos años...»- contenida quietud.

O sea, en el tiempo, pero sin tiempo.

Como debe ser.

«La tierra es más grande que tu corazón. / Sin embargo, la tierra de todos / cabrá en el corazón de cada uno». (De Paisaje, en Blues castellanos.).

Su poesía, para todos los tiempos.

Y ya que hablo del tiempo...

He retrasado, antes de acariciar el folio en blanco (algo, para mí, sensual), en sesenta minutos, más o menos -por lo del cambio de horario-, los relojes de la casa.

Dicen que así se ahorran unos cuantos miles de millones de pesetas.

Será cierto.Lo que es de kilovatios poco sé.

También he comido, y de un bocado -al estilo Garfield-, retrasando el reloj de la cocina, un trozo de ya fría pizza que alguno de mis hijos dejó en un plato.

Me supo a «cuatro estaciones».

Y me hice un café.

Esperando que la cafetera cumpliera (que, algunas veces, reconozco, es pedir demasiado: no es raro que se me olvide echar el agua o el café), salí imprudentemente a la terraza.

Caté cómo los árboles -fantasmagóricos- eran doblegados por los vientos.

Y son.

Hasta que me cubrió una ola de lluvia.

Por lo que el café lo he bebido con urgencia, también puedo decir que al estilo Garfield.

La taza,'vacía -lamentablemente- está sobre el libro que hace un rato acabé de leer: Las tentaciones de Antonio Saura, de Julián Ríos, todo un documento.

Espero un milagro.

Pero no.La taza no se llena, maravillosamente, de la deseada infusión.

Y enciendo un cigarrillo.

Sigo la danza del humo.

Recuerdo alguna de las buenas -que fueron muchas- jugadas del Sporting (2-1 al Barcelona).

Todo tan cotidiano, tan de diario.

Por lo que, me pregunto, si realmente desearía ser uno de los «bionautas» que se han aislado en Biosfera II.

Y dejo escrita la pregunta.

Retratos mutuos para un aniversario

Título crítica: Retratos mutuos para un aniversario
Autor: Rubén Suárez
Publicación: La Nueva España 4-10-1991

Retratos mutuos para un aniversario: MELQUIADES ALVAREZ, JOSE ARIAS, CAMIN, JULIO CASTAÑO, REYES DIAZ, JOSEFINA JUNCO, PELAYO ORTEGA, RAMON PRENDES, REDRUELLO, JAVIER DEL RIO, ANTONIO SUAREZ. PINTURAS.

En este año de 1991, se cumplen diez desde la inauguración de la Galería-Librería Cornión. Y si en cualquier caso el aniversario de una galería de arte siempre es buena noticia para la cultura, en éste hay que añadir que se alcanza con una trayectoria más que notable, desde la discreción de que siempre ha hecho gala Amador Fernández y lo reducido de su espacio dedicado al arte, que no impedido importantes exposiciones de destacados pintores asturianos y que incluye su presencia en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid.

Para conmemorar este décimo aniversario, presenta Cornión una exposición de retratos mutuos realizados entre pintores de la galería a los que une, además de esta coincidencia, la amistad. Así que ahora que en Madrid se presenta por la Fundación Cultural Mapfre Vida una importante exposición de autorretratos, género poco estudiado y mostrado en España pese a su indudable interés, tenemos en Gijón una muestra de un género aún más escaso de ver y por lo menos tan interesante. En lugar de presentarnos al pintor ante sí mismo y ante el espejo, nos lo presenta visto por otro pintor y el narcisismo que puede subyacer en el autorretrato es sustituido por la fraternidad.

En esta exposición, Melquiades Alvarez pinta a Josefina Junco, José Arias a Javier del Río, Rubio Camín a Ramón Prendes, Fernando Redruello a Julio Castaño, Reyes Díaz a Melquiades Alvarez y a ella misma, único autorretrato por no dejar sola a su pareja, Josefina Junco a Camín, Pelayo Ortega a Antonio Suárez, Ramón Prendes a José Arias, Fernando Redruello a Julio Castaño, Javier del Río a Reyes Díaz, y Antonio Suárez a Pelayo Ortega. Si no me he perdido en esta mutualidad, son Pelayo Ortega y Antonio Suárez los únicos que se devuelven el retrato. En todo caso todas las obras unen a los valores plásticos indudables en estos artistas un interesante perfil psicológico, desde el modiglianesco rostro de Reyes Díaz a la panteísta interpretación de Camín reinando sobre una naturaleza naif y con cara de sacar la lengua cuando pinta.

Con motivo de la exposición, ha editado Amador uno de esos pequeños libritos que suele publicar de vez en cuando y que en esta ocasión reproduce en color todos los cuadros expuestos. Lleva también un interesante prólogo de Francisco Carantoña y unos breves textos, verdaderamente deliciosos, de Miguel Mingotes. De él tomé ese Camín sacándose la lengua cuando pinta y siento no tener espacio para comentar alguna ocurrencia más, aunque bien mirado esa «cabeza de Pelayo Ortega que él destina a la iglesia de San Félix, Santo Cristo, de Candás», me parezca a mí más bien joseantoniana.

Total, una exposición que gusta ver y unos cuadros que apetecería a más de uno comprar si no fuera porque la muestra no es venal.